Alex, te escribo esto desde un país que está bien lejos y bien frío, que se llama Polonia. Te quiero contar lo que descubrí en un lugar muy triste porque es muy importante que lo sepas, sobre todo ahorita que tienes 6 años y toda la vida por delante.
Pero para contarte de ese lugar primero tengo que contarte sobre un señor que estaba medio loco y que tenía muchos amigos también medio zafados.
Hace 80 años, este señor tuvo la idea de conquistar el mundo porque se creía con el derecho de llenarlo de güeritos de su país, por eso se le hizo fácil correr a los extranjeros, los que no le caían bien, gente de varias religiones, los que no le hacían caso y muchos más.
No solo los corría de su país, Alemania, sino que conforme iba conquistando otros países, también iba sacando a los que no le caían bien, a unos los mataba y a otros los encerraba en lugares como el que visité hoy.
El problema es que no solo sus amigos, sino todos los de su país le creían cuando les decía que ellos merecían dominar el mundo porque eran mejores que todos los demás, ¿tú crees? ¡En verdad creían que nadie mas que ellos merecía estar en el mundo!
Esta gente trataba muy muy mal a los que perseguían.
Se metían a sus casas y a golpes o con engaños las subían a trenes para llevarlas a cárceles gigantes. Imagina que en algunas ocasiones iban hasta 100 personas paradas en un vagón de tren, sin espacio para moverse ni respirar, sin agua, sin poder ir al baño ni nada… ¡durante más de 10 días!
Muchos, muchísimos se murieron en el tren.
Muchos de ellos eran niños y viejitos.
Muchos niños se quedaron sin sus papás y muchos, pero muchos papás se quedaron sin sus hijos.
Los que lograban llegar eran seleccionados para 2 cosas: si eran fuertes y sanos, los ponían a trabajar; si estaban enfermos, muy viejitos, o muy chiquitos… los mataban.
Los que sobrevivían tenían muy pocas esperanzas de vivir acaso 3 ó 4 meses ya que les daban de comer muy poquito y muy feo, casi no dormían y trabajaban demasiado (hasta en la nieve) para ayudar a que los soldados del señor loco siguieran conquistando mas ciudades.
A los prisioneros que se portaban mal los castigaban horrible, o los mataban. Los trataban peor que a animales, peor que a cualquier ser vivo.
Esta gente mala humilló y mató a millones de personas.
El lugar que visité hoy, se llama Auschwitz, y fue un centro que este señor se inventó para deshacerse de toda esta gente que él creía que no merecía estar en su horroroso imperio. Así funcionó durante algunos años hasta que este señor se metió con otros de su tamaño y perdió la guerra.
Auschwitz es el lugar donde más bajo hemos caído como personas, es lo peor que hemos alcanzado en maldad y estupidez en la historia. Hoy en día, lo que queda del lugar existe para recordarnos que nuestra irracionalidad puede no tener límites, ya que podemos llegar a ser tan malas personas como para tratar a los demás de la forma más maldita y humillante posible.
Lo que queda de Auschwitz sirve para que no se nos olvide que el mundo es para todos y que se vale que pensemos y seamos diferentes, que nadie es mejor por ser güero, mas inteligente, alto, más fuerte o rápido, o porque unos nacimos aquí y otros allá, o porque unos vamos a una iglesia, a otra o a ninguna.
Te cuento esto Alex, para que tu corazón nunca caiga en la trampa de creerse mejor que tus amigos, para que no caigas en el error de juzgar a otros solo por ser o pensar diferente, y para que siempre, siempre recuerdes, que este mundo solo será mejor si nos cuidamos entre nosotros.
Te cuento esta historia para que nunca se te olvide y para que nunca más se repita. Es muy importante que lo sepas, sobre todo ahorita que tienes 6 años y toda la vida por delante.