En la búsqueda constante de hacer nuestros talleres y entrenamientos en storytelling más dinámicos y prácticos, hemos elaborado una valoración de cinco puntos para identificar de una manera eficaz la calidad de una historia a partir de cómo impacta en la audiencia.
En storytelling, narrativas hechas a propósito y con propósito una historia debe ser:
1. Emotiva
La primera exigencia para cualquier historia es que genere emociones. Lo que no puede hacer nunca es aburrirnos. Las emociones pueden ser de cualquier tipo; que nos haga reír o llorar, incluso que nos duela o nos ponga a rabiar. Cuando menos, que nos haga reflexionar sobre una realidad a partir de emociones sutiles, pero presentes, lo que no puede es dejarnos indiferentes. Una historia que nos deja indiferentes no es eficaz en ningún sentido, y nadie la va a compartir.
2. Inspiradora.
Las historias inspiradoras son las que más se comparten. Una historia puede llegar a emocionarnos, pero no inspirarnos. Las mejores historias nos invitan, nos motivan, nos dejan con la sensación de haber vivido una experiencia que vale la pena compartir, transmitir. Nos exhortan de un modo u otro a participar, nos ponen a decidir sobre el valor y el sentido de la experiencia transmitida. Hay historias que llegan a motivarnos a realizar acciones concretas, nos llevan de la emoción a la acción, queremos cambiar algo en nuestras vidas, y en las de nuestro entorno.
3. Interesante.
Una historia puede tener un mensaje inspirador solo porque el autor sabe hacer un buen uso de las palabras o de los recursos audiovisuales, pero si no nos ha interesado de principio a fin, no nos va a motivar realmente y el mensaje se escuchará de algún modo grandilocuente y falso, injustificado. Una historia, si está bien contada, nos mantiene interesados y a la expectativa de principio a fin. Por el contrario, deja de serlo cuando el autor pierde el hilo o desvía nuestra atención hacia aspectos, personajes y situaciones que no son estrictamente necesarios para entenderla y sentirla. Muchas veces esto sucede porque el autor está pensando en sí mismo, es su ego el que cuenta la historia por él y no parte de la necesidad real de compartir una experiencia que sirva a otros.
4. Útil.
Las historias no se comen, se ponen o se usan, su utilidad radica en algo muy diferente. Las buenas historias nos sirven para entender mejor una realidad o contexto, a visualizar o descubrir un aspecto o matiz que hasta ahora se nos ocultaba de algún modo, incluso hasta para tomar una decisión o realizar una acción determinada buscamos ejemplos en las historias, muchas veces sin que estemos conscientes de ello. Una buena historia nos enseña algo o simplemente nos fuerza a revisar o evaluar nuestras propias ideas, juicios y prejuicios sobre el mundo en que vivimos, nuestro accionar y el de los demás, en eso radica su valor de uso.
5. Relevante.
Que una historia nos resulte más o menos relevante (o útil, para el caso) puede depender de muchos factores en lo individual, pero para la sociedad en general, en una época y circunstancia determinadas, ciertas historias resultan más relevantes cuando se alinean con la búsqueda de justicia social, el crecimiento humano y una agenda del día generacional. Un tema en sí, llámese la familia, la hambruna en el cuerno de Africa, la burocracia en el ambiente laboral, o las relaciones de pareja, no son relevantes por sí mismos; más bien lo son en una historia cuando ésta aporta una perspectiva novedosa, diferente, incluso inquietante, al debate y la reflexión sobre la experiencia narrada, y se convierte en una herramienta para verter una luz diferente sobre el tema.
Excelente si puedes ‘palomear’ esto cinco requisitos con tu historia, si solo cumple con cuatro aspectos, sigue siendo buena, tres la haría pasar la prueba, menos que eso, pregúntate si vale la pena contarla como una historia con propósito, y contada a propósito.
Para más sobre storytelling, consulta el sitio web de Andrés Jorge.