Cuando estaba en la primaria mi mamá me despertaba temprano para amablemente invitarme a asistir a la escuela, a lo que yo respondía con todas las mentiras posibles buscando que me eximiera de tan doloroso castigo; algunas veces con éxito.
Así habían sido mis mañanas desde que tengo memoria.
Hasta que me encontré con el libro The Power of Habit, un bestseller de Charles Duhigg. En el cual, el autor hace un valioso estudio sobre los hábitos, que en resumen sería algo como:
La magia sucede cuando identificamos las señales y las recompensas, ya que esto nos permite insertar una nueva rutina en medio del ciclo para modificar el hábito.
Déjame ponerte un ejemplo.
Si eres adicto a los helados y cada que pasa el carrito de las nieves caes seducido por sus encantos, la señal es esa musiquita que escuchas a lo lejos (a), la rutina es la compra y consumo del helado (b); y la recompensa es esa felicidad que sientes después de comerlo (c).
Pues bien, cada que escuches esa música celestial, en lugar de comerte el helado, dale 3 o 475 vueltas al parque de tu colonia, no necesariamente corriendo, puede ser caminando y hasta con un perro. Si no tienes perro te presto el mío (sirve que lo paseas al pobre).
Al final de dar las vueltas en el parque habrás generado la cantidad necesaria de endorfinas para sentirte la persona más feliz de tu colonia.
Si lo haces varias veces, lograrás que tu cerebro modifique la estructura del hábito al sustituir la rutina.
Cuando entendí esto empecé a experimentar con mis mañanas: ya no “me pongo a trabajar” inmediatamente, sino que busco hacer cosas que me generen satisfacción, entre lecturas, música y estar con mi perro (el que te puedo prestar). De esta forma mi cerebro está interpretando que es agradable levantarse temprano, lo cual empiezo a desear cada mañana. Estoy tratando de generar un nuevo hábito.
El reto está en las variables diarias: frío, lluvia, desvelo, junta a las 7:00 am, se acabó el café, etc.
Los días que sí lo he logrado, he podido disfrutar de la paz matutina que me permite recorrer pensamientos e historias en letras, disfrutar de buena música y desayunar como Alejando Magno, entre otras actividades.
El siguiente paso consiste en descubrir como aplicar esto a lo que hacemos en Nett. Se me ocurre que debe haber una manera de generar hábitos en los usuarios de nuestros productos digitales (sitios web, apps, etc).
¿Será posible generar señales, rutinas y recompensas para así diseñar la experiencia del usuario?
Ese es un siguiente paso.
Por lo pronto déjame aprender a despertar temprano.