Ideas

Por zam gtz. Hace 6 años En storytelling.

«¡Este sí que está loco!», decía doblado de risa uno de los directivos de PepsiCo después de terminar una peculiar junta. «¿De qué chiste lo sacaron?», reía otro más.

Minutos antes habían sido testigos de una locura asiática presentada por un entusiasmado creativo que estaba seguro que iba a transformar la forma de hacer publicidad en México.

Esta consistía en unos objetos planos circulares de plástico que detonaban una competencia entre sus usuarios que debían apilar estas fichas para luego impactarlas con una sola, el oponente se quedaba con las que lograra voltear. Pero la idea era enriquecer su diseño con alguna figura relevante a la audiencia. «Esto hará que los usuarios las coleccionen por montones», decía el presentador después de hacer la demostración frente a los líderes corporativos que ya habían recibido varias ideas de campañas y activaciones durante esos días.

Emocionado como quien se cree a punto de hacer historia, el creativo terminó de explicar la idea lanzando su cierre: «Los llamaremos Tazos y Bugs Bunny será nuestro invitado de lujo».

Un incómodo silencio antecedió el inminente «gracias, nosotros te llamamos» mientras alguien le abría la puerta y la primera risa ya estaba lista para contagiar al equipo.

Risas y risas de casi todos, menos de un subdirector que en el anonimato guardó silencio mientras perdía la mirada considerando el hubiera.

Pero la historia nos coloca eventualmente a todos en nuestro lugar.

Pasados los meses, este subdirector tomó un puesto de dirección en Sabritas y en los primeros minutos mientras acomodaba su oficina, un libro cayó sobre una pila de libros que había dejado en el piso, tirando los dos de arriba.

Bingo.

Eureka.

Empoderado en el privilegio que otorga la soledad para tomar decisiones, tomó el teléfono y le habló a aquel loco que ya lo había dado todo por perdido.

«¿Crees que Bugs Bunny aún acepte nuestra invitación?», la respuesta no se hizo esperar y al poco tiempo en algún lugar del país un niño estaba lanzando el primer tazo con la figura del famoso conejo.

La publicidad en México había sido transformada a partir de una oportunidad ignorada por todo un equipo. Una oportunidad concebida por un loco y que había sido rescatada por el nuevo directivo en ascenso.

Desde entonces cada niño en nuestro país ha jugado, coleccionado e intercambiado tazos de los Looney Tunes, Los Simpsons, Bob Esponja, Pokémon, Dragon Ball, Los Caballeros del Zodiaco, Angry Birds y muchos otros personajes.

Así, ese atrevido director evidenció tres errores que cometemos al seleccionar ideas:

  1. No las consideramos a nuestro nivel. Dejamos pasar ideas que son buenas porque, cuando tenemos un puesto gerencial, hacemos mal uso de nuestro criterio y nos encumbramos en un imaginario Olimpo de la creatividad, matando y desechando desde lo alto las ideas de los mortales.
  2. Nos vamos con la corriente. Esta dinámica nace con el tono que marca la primera opinión en un grupo, a partir de esta inconscientemente lo replicamos hasta convertirlo en el tono grupal. De tal forma que sin darnos cuenta, dejamos pasar ideas por seguirle la corriente a quien primero expresó su opinión.
  3. Decisiones por consenso. Decía David Ogilvy que buscaras en todos los parques de las ciudades, ya que no encontrarás estatuas de comités. Esto hace referencia al riesgo de tomar decisiones por consenso. Si te fijas, la gran mayoría de las veces han sido las visiones de individuos las que se han convertido en un parteaguas. Pero ojo: ningún comité ha cambiado el mundo y ningún hombre lo ha logrado solo. Por eso ten cuidado de distinguir entre el valor del trabajo en equipo y el riesgo de tomar decisiones en comité.

Así que atento a la próxima vez que estés ante una buena idea, no sea que te brinque la liebre (tenía que decirlo: Bugs Bunny es una liebre, no un conejo).

Por lo pronto, eso es todo amigos.

¡Hola!





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