Ayer en mi cumpleaños un amigo científico me dio un regalo increíble: me prestó su máquina para viajar en el tiempo. La única condición que me puso es que yo no podía escoger la fecha de destino porque su invento aún no está terminado y por eso los viajes son aleatorios.
Entré a su máquina que es como una cabina de 2 metros cuadrados con todo tipo de cables y botones; sonó un reloj con una cuenta regresiva y en 30 segundos exactos ya me había transportado a otra época.
Salí corriendo sin reconocer el año al que había llegado, hasta que me topé a un niño jugando con muñecos de futbol entre las plantas de su casa. Me pareció conocido, muy conocido: ¡era yo mismo a la edad de 6 años!
—¡Hola, Samuel! —le dije mientras con nostalgia reconocía los juguetes llenos de lodo.
—¡Hola, ¿quién eres? ¿vienes a jugar?
—De hecho eso ando haciendo, juego a viajar en el tiempo.
—¡No maaaaanches! ¿De donde vienes y como te llamas?
—Del 2018 y no vas a creer quien soy: ¡Soy yo! ¡Soy tú! ¿Si me entiendes verdad?
—Guaaaaaaaoooooo —me sorprendió la facilidad y naturalidad con que me creyó —¡eres yo mismo pero del futuro!
—Jajajajajaj ¡sí! Soy yo, soy tú… somos el mismo pues.
Mi versión de niño me atacó entonces con un interrogatorio que me recordó lo preguntón que soy y de paso me refrescó las cosas mas relevantes de mi infancia.
—Dime por favor que hemos ido al Azteca a ver al América.
—Jajaja sí, muchas veces. De hecho lo he visto ganar el campeonato dos veces estando en el estadio.
—¡¿Qué?! ¿Y a la selección?
—Esa no ha quedado campeona del mundo pero hemos ido a verla muchas veces al estadio y ¿qué crees?
—¿Qué? —hizo la misma cara que sigo haciendo cuando sé que voy a descubrir algo fuera de serie.
—Hemos ido a tres mundiales. ¡A tres: en Alemania, Brasil y Rusia!
—¡No manches, no manches, no maaaanches! Entonces, ¿quieres decir que nunca se nos va a quitar lo futbolero?
—Ni lo futbolero ni lo dormilón.
—Por favor dime que no trabajamos en algo aburrido y sobre todo que no tenemos que madrugar para ir a trabajar.
—Jajaja ¡No! Hacemos cosas bien padres para trabajar, cosas que tienen que ver con ideas, computadoras, fotografías, dibujos, música y muchas cosas más.
—¿Computadoras? ¿Música?
—¡Sí! Le sabemos poquito. La verdad es que a esta edad sigo igual de curioso que tú, aprendiendo de todo y de nada y durmiendo mucho para que lo que aprendamos se pueda guardar en el cerebro; como ya te diste cuenta, si no dormimos bien y mucho, nomás no funcionamos.
—Por eso no me gusta la escuela.
—Ni te gustará.
—Supongo que tampoco nos gustan las verduras
—Jamás.
—¿Tenemos muchos amigos?
—Bastantes y los más chistosos. A lo largo de este tiempo nos hemos llevado con los mas relajientos de la escuela y de todos lados, pura “fichita” dice mi mamá. Pero junto a ellos hemos vivido grandes historias, tú síguete llevando con todos.
—¿Historias? ¿Quieres decir que nos han pasado muchas cosas?
—De todo y de todos hemos aprendido, la hemos regado intentando muchas cosas y acertado en otras tantas; lo que sí es que quieto, así que tú digas muy quieto, nunca hemos sido.
—¿Y conocemos otra ciudad?
—¡Uff! Le acabamos de dar la vuelta al mundo, conocemos varios países, hemos visto, probado y escuchado cosas que ni te imaginas.
—¿Mucha comida?
—Bastante, aún así tu comida favorita siempre será la de mi mamá. Conoceremos el mundo y estudiaremos a muchos pensadores, pero tu consejo favorito siempre será el de mi papá. Aprenderemos y escucharemos mucha música pero siempre la mejor será la que toques con tus hermanos…
En eso, el reloj de la máquina del tiempo empezó a hacer el conteo regresivo que me anunciaba la urgencia de la retirada.
—¡Ya me tengo que ir! Pero déjame te digo algo: por lo que mas quieras, mantente niño por siempre. Que te valga un kilo de queso lo que te digan, no le hagas caso a la gente, sobre todo a esos que de todo opinan. Mantente curioso, juega todo lo que puedas y nunca, por lo que mas quieras, nunca dejes de soñar con este mundo colorido y lleno de aventuras. Nunca dejes de disfrutar la vida con la familia y amigos, nunca dejes de comer cosas ricas y de paso devórate el mundo entero. Haz feliz a todos los que te rodean, claro, a los que se dejen; a los demás mándalos a volar. Ve mucho futbol y escucha demasiada música, aprende y enseña de todo. Que tu corazón y tu mente nunca cambien porque si lo haces te conviertes en alguien del montón, y eso no nos gusta. Te lo recuerdo porque es muy fácil que se nos pase el tiempo y nos la pasemos valiendo madre. La vida pasa y no queremos ser de los que se quedan pensando sin hacer ni ser nada. ¡Que no se te olvide! Ahora te dejo porque tengo que seguir jugando y a ti te va a dejar tu máquina del tiempo. Por favor salúdame a todos en el futuro y recuérdales a ellos también lo que te acabo de decir.
En silencio y regañado, pensé en quedarme.
Ojalá todos nos quedáramos.