Disfrutamos mucho en nuestra posada cena de navidad. Particularmente, de la compañía presente. Toda la noche estuvo organizada para que conviviéramos con todos, hasta los que nunca hablaban entre sí.
Escribo sobre esto porque si la mayoría disfrutamos este pequeño evento, es que fue bien planificado.
Seré breve, como la noche:
Al llegar, estaba teniendo una disputa interna sobre cómo llamar al evento: ¿Cena o reunión?
Me senté en la misma mesa con los que me llevaron y pensé –cena–. Luego Zam, fundador y estratega lead de Nett, tomó el micrófono y dijo unas palabras antes de dar la indicación para que se prendiera el proyector. –Claro que es una reunión–
Creía que nos iba a empezar a bombardear con métricas sobre nuestro rendimiento durante el año y los puntos “que debíamos atacar”. Al final de cuentas, ¿qué grita más reunión que un proyector al lado de una laptop?
Me precipité al juzgar el discurso, el cual me obligó a volver a plantear la interrogante inicial. En lugar de KPI’s o gráficos generados en Excel, Zam nos compartió varias cosas. Dejaré las 3 que se quedaron conmigo:
Luego del discurso, organizamos las sillas en un semicírculo y participamos en una versión no-romántica de speed dating. La idea era conversar un rato con cualquiera, especialmente con aquellos que no hablan mucho entre sí a través del slack.
En la dinámica, las 2 personas debían responder 2 preguntas en 2 minutos:
Para mí fue sencillo, me tocaron personas con las que había hablado anteriormente. Imagino que no fue así para otros que les tocó responder “agradezco que no me hayas molestado tanto durante el año”.
Los líderes hablaron, sin la necesidad de un PowerPoint, de lo contentos que estaban con el equipo, lo que querían para el año siguiente e historias más personales que se quedaron en ese círculo. Se sumaron otras personas del equipo y contaron sus propias experiencias y aspiraciones para el siguiente año.
Esta parte si me respondió mi pregunta inicial, pero me cambió la perspectiva. Pensaba que lo que quería era asistir a una cena y no a una reunión.
Luego de todas las dinámicas, conversaciones y confesiones que tomaron mucho más tiempo que la cena, reflexioné: ¿y qué si es una reunión?
Al final, esa reunión fue el prólogo perfecto para este año, en el que esperamos que las reuniones presenciales, lluvias de ideas y almuerzos en grupo suban.
Y que la incomodidad por una reunión entre desconocidos baje.