Hace una semana Daniel me compartió este video animado llamado “El Vendedor de Humo”, el cual nos llamó la atención por las analogías que le encontramos en nuestro día a día.
La historia se trata de un joven que ilusiona a un pueblo con sus trucos de magia: transformando cosas comunes en extraordinarias. Al final estas transformaciones se deshacen con el agua, mientras el joven se aleja y muestra su verdadero yo: un viejo colmilludo y trácala, dijéramos en México.
Aquí te cuento algo de lo que hemos platicado, esperando detonar más conversaciones.
Todo inicia con la desvirtuada actividad de venta.
Se aprende a vender. Hay miles de cursos, libros y conferencias para lograrlo. Se aprende a vender sin importar el producto y el valor que este debe generar.
Se vende -generalmente- sin construir relaciones genuinas con la audiencia.
De tal forma que se aprende a convencer, muchas veces a expensas de engaños y cualquier otro truco, jugando con el lenguaje y las necesidades del cliente.
Y luego el humo.
Debo confesar que me tocó estar en muchos proyectos que no estuvieron ni cerca de cumplir las promesas del vendedor. Proyectos digitales que se vendieron muy bien pero que se diluían en la cadena no productiva. Es decir, el de ventas le pasaba la papa caliente a otro y éste a otro sucesivamente; al final cada quien le ponía el feeling que quería y el producto final en nada se parecía al humo vendido.
Al final de cuentas, ¿un producto exitoso necesita que lo vendan?
Sorry vendedores, pero ya hay mucho humo por estos lugares.
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El Vendedor de humo es un cortometraje de Animación realizado íntegramente por los alumnos de www.PrimerFrame.com