Esta semana, en un lugar muy, muy lejano
Hace 43 años, cuando nació Sadiq Khan en un barrio humilde de Londres, Inglaterra era un imperio. Comenzaba el larguísimo reinado del Liverpool en la liga inglesa de futbol y S.M. Isabel II tenía 20 años reinando. La India tenía 25 años de haberse independizado.
Hoy, el 12 por ciento de la población de la ciudad más grande de Europa es musulmana, proveniente de aquella colonia india, el campeón de la liga es el Leicester City, el Liverpool lleva 26 años sin conseguirlo e Isabel II ha roto el récord de permanencia en el trono, superando a la legendaria Reina Victoria y el entonces recién nacido Sadiq Khan es el primer alcalde musulmán de una gran ciudad occidental, Londres.
Si el mundo ha cambiado se debe, en gran parte, a que la sociedad actual ha aprendido primero a tolerar, más tarde a aceptar y finalmente a apoyar a lo diferente. La elección de Khan es un mensaje valiente porque lo han elegido los ciudadanos aun cuando no profesan su religión, una religión que en los últimos años se ha ganado fama de belicosa debido a las amenazas y atentados terroristas que han alcanzado no solo intereses británicos, sino al mismo suelo de la vieja Albión.
Como dice el diario El País: “Sadiq Khan tiene nombre de prota malo de las películas de hace cincuenta años en las que las tropas coloniales eran emboscadas por gente como él. Y resulta que su nieto es ahora el bueno.”
No tenemos que irnos tan lejos
Esta semana tendremos dos clásicos de futbol en la ciudad. La rivalidad entre Tigres y Rayados revive y los comentarios sarcásticos inundan las redes sociales mientras ambos equipos luchan en la liguilla del futbol mexicano. En esta ocasión los Rayados son los superlíderes del torneo, pero hace exactamente 14 años, la historia era muy diferente. Esos mismos Rayados estaban luchando por no caer a la segunda división como, irónicamente, ellos habían enviado al otro equipo regiomontano no hacía mucho tiempo.
Los comentarios entre los amigos (no había redes sociales como hoy) eran de burla, el estadio del Tecnológico estaba vacío un sábado sí y el otro también. Era el momento ideal para la venganza, cobrarse los agravios de una directiva rival que hizo todo lo posible por que al año siguiente los Tigres se quedaran en la división inferior. Esa era la visión, la ambición desenfrenada de un dueño QEPD.
Sin embargo, en esas fechas, la directiva de Tigres entendió el mensaje y sacó un desplegado en los periódicos locales donde se apoyaba al rival para que no descendiera. Algunos, los menos, lo vieron como una afrenta, el apoyo imposible al rival eterno. Otros lo vimos como lo lógico, la búsqueda del bien de la comunidad, así sea en algo aparentemente tan intrascendente como un equipo de futbol. Son esas pequeñas cosas las que van moldeando una ciudad.
Ya una vez salvados, volvieron las diferencias lógicas. En muchas ocasiones alimentadas por quienes piensan igual que aquél dueño fallecido: sacar tajada del mar revuelto. En pocas ocasiones lo han logrado, en muchas otras no.
Ser inteligente
Ya sea en algo tan importante como el apoyo a un hombre que no tiene nuestra misma educación, religión o color de piel, o cuando se apoya al rival eterno cuando está en verdaderos problemas.
Aceptar, entender y comprender al diferente, al que no piensa como uno, es un proceso que requiere de inteligencia y voluntad. Sin ese primer paso, el cambio es imposible.
@pedrodeisla