Ya es 2018. Y todo es sonrisas, bonitos deseos y propósitos por cumplir hasta que el optimismo de enero se va esfumando con la llegada de la primera semana de trabajo. Es ahí cuando realmente hay que preguntarnos si ese optimismo nos da para llevarnos a cumplir todo lo que queremos lograr este año.
La respuesta es no. Porque habrá contratiempos que nos impedirán ver el lado bueno de una situación. ¿Y cómo identificamos esos contratiempos?
¿Entonces qué hacemos? ¿Dejamos el optimismo fuera del cuadro?
Para nada, el optimismo sirve mucho para plantearnos metas, pero el resto lo hará la resiliencia, esa cualidad de adaptarnos frente a una situación adversa, de recuperar nuestro estado inicial. La resiliencia nos encarrila de nuevo, nos hace retomar el camino y resurgir más fuertes de las situaciones que quieran frenarnos de cumplir nuestros propósitos.
Para reforzar este concepto aprendamos del resiliente por excelencia, Thomas Alva Edison. Se le adjudica a Edison la invención de la bombilla eléctrica que tú y yo tenemos encendida cuando nos gusta mucho un libro y lo leemos por las noches. Edison quería hacer la versión pequeña de la bombilla que ya existía en versión grande. Y en el transcurso de varios años descubrió cientos de maneras de no hacerla hasta que dio con la una y única manera de obtenerla.
Edison fue resiliente. Seguro hubo días malos para él, días de mal humor, de mala salud, de malas noticias, de no sentirse tan creativo. Pero eso no lo detuvo y tampoco nos detendrá a nosotros si hacemos de la resiliencia la cualidad que nos acompañe todo el año y al final veamos nuestras metas cumplidas.
Seamos resilientes y no habrá contratiempo que nos detenga este año.
¡Feliz 2018!