«La curiosidad sobre la vida en todos los aspectos es el secreto de los grandes creativos», decía Leo Burnett, una de las mentes más brillantes de la historia de la publicidad.
Y es que no hay creatividad sin curiosidad, porque las buenas ideas nacen a partir de un interminable hilo de preguntas, y en el mejor de los casos, la curiosidad mantiene viva nuestra creatividad durante toda la vida.
Al respecto, compartí este carrusel en Instagram con algunos conceptos clave.
Como ves, te propongo 5 pequeños pero grandes consejos para ser curiosos creativos:
¿Te acuerdas de cuando eras niño y preguntabas «por qué» todo el día? En esa época de constante curiosidad descubrías el mundo en forma acelerada, pregunta a pregunta y quien mantiene esta cualidad suele imaginar cosas que nadie más logra.
Como Leonardo Da Vinci que desde niño se perdía días enteros siguiendo animales para observarlos con detenimiento mientras se hacía infinidad de preguntas y así concebir ideas de arte y ciencia.
Un buen ejemplo es la anécdota que relata Walter Isaacson en la biografía del genio renacentista. Esa vez Leonardo divagaba hasta que se encontró con una cueva oscura que lo sorprendió y dejó pensando por un rato. Después de ir y venir entre el miedo y el deseo de encontrarse alguna maravilla en la cueva, el niño Da Vinci decidió entrar a la cueva y ahí se encontró con un fósil de ballena.
Este descubrimiento lo llevó a brincar de pensamiento en pensamiento, jalando el hilo de las ideas: de la biología a la geología y hasta la filosofía, imaginando cómo y por qué murió esa ballena e imaginando también, lo que habría de pasar con la vida en este planeta en algún futuro apocalíptico. Esta naturaleza de imaginación detonada por la curiosidad acompañó al maestro italiano toda la vida.
Y es que, ser curioso te lleva a crear y por ende a crecer, porque como decía Platón: «el aprendizaje es por naturaleza, curiosidad»; y hoy en día esto es muchísimo más rápido. En la era de Google es posible saciar cuantas preguntas sean por minuto, muchas respuestas están a la mano, lo que nos falta es curiosidad, lo que nos falta es quedarnos en la edad del «¿por qué?».
Esto me ha causado muchos momentos incómodos pero pues son gajes del oficio. Me explico.
Desde siempre he preguntado cosas que no me incumben y esto ocasiona que las personas a quienes les pregunto me respondan con pena o de plano se abstengan de sus respuestas.
Siempre fue un problema hasta que esta forma de curiosidad se convirtió en mi arma más importante.
Fue en el 2004 cuando estuve en Florencia estudiando y trabajando. Como solo tenía un año para aprender todo lo que se pudiera, aceleré mis conversaciones a punta de preguntas: ¿Y esto qué es? ¿Cómo se dice? ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? Era una máquina de infinitas preguntas instantáneas.
Toda esta curiosidad me permitió conocer del idioma, la cultura, la historia, el arte, la comida y muchísimas cosas que mis compañeros no preguntones jamás aprendieron. En Italia comprendí que ser preguntón profesional es un arma de doble filo, por un lado trae consigo momentos incómodos pero por el otro te acerca a mucho conocimiento.
La curiosidad es un riesgo y todas las preguntas llevan, evidentemente, a Roma.
«Lo asombroso de Albert Einstein o Sigmund Freud o Virginia Woolf o Martha Graham, es que no solo hicieron algo nuevo. En realidad cambiaron para siempre el campo o ámbito en que trabajaban. Pero sin curiosidad y pasión iniciales, que todas estas personas tuvieron desde temprana edad, y sin años de dedicación, en que realmente llevaron la danza, la pintura o la física hasta donde lo habían hecho otros, jamás habrían experimentado el tipo de hallazgo creativo que cambia todo un ámbito»; menciona Howard Gardner citado en el libro El Espíritu Creativo.
Curiosidad, pasión y años de dedicación.
Quedémonos con esto.
Porque la curiosidad es la madre de la creatividad y el génesis del aprendizaje.
Se curioso, no importa en qué etapa estés de la vida. Niños y grandes debemos ser curiosos, porque la creatividad no tiene edad ni fecha de caducidad. «La edad solo importa cuando uno envejece. Ahora que he llegado a una edad avanzada, bien podría tener veinte años», decía Picasso.